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Procuro soportar el suplicio de pensar libremente

NOTA.-

Por sistema, todos los artículos aquí colgados, han sido antes enviados a los medios escritos de comunicación con la intención de que sean publicados. En algunos casos, lo han sido y, en otros, no.

jueves, 26 de junio de 2008

NO NOS DEIS LAS GRACIAS

Carta enviada a todos los medios de comunicación escritos.-

Lo agradecen quienes han recibido favores. Sin embargo, quienes han cumplido con su deber o, simplemente, son coherentes con lo que piensan, no son merecedores de agradecimiento sino, en todo caso, de reconocimiento.

Asistimos, de un tiempo a esta parte, a lo que parece un protocolo obligado, y es que, al final de algunas manifestaciones, por parte de los convocantes, se nos agradece a los presentes nuestra participación. Se trata de manifestaciones sobre problemas que supuestamente nos afectan a todos como, por ejemplo, la distintas formas de contaminación, las agresiones al paisaje, la urbanización desaforada, etc. No son manifestaciones de solidaridad con un grupo de afectados, sino de protesta o reivindicación sobre algo que la gran mayoría rechaza o quiere conseguir.

Agradecer a quienes se han manifestado por este tipo de problemas implica alguna de las siguientes maneras de ver las cosas o todas a la vez: a) que el éxito de la manifestación es patrimonio exclusivo de los convocantes, b) que la participación de los manifestantes es fruto de su adhesión a los mismos, o sea, que les hacemos un favor con estar allí presentes, c) que el problema realmente no nos afecta a todos, o d) que la mayoría acudimos como borregos o adictos a este tipo de convocatorias.

Quienes acudimos a una manifestación, generalmente, somos los que estamos convencidos sobre la necesidad de manifestarnos, de manifestar nuestra opinión o postura sobre el motivo de la convocatoria. No estamos allí para que se nos convenza. Tampoco para que se nos den las gracias. No se nos debe llamar a “acudir a la manifestación”, porque la manifestación no es un lugar, sino a manifestarnos, que es algo muy distinto. No “vamos” a la manifestación sino que nos manifestamos, cada uno con su responsabilidad y todos con nuestro protagonismo, porque la manifestación es un hecho, en el que participamos.

Todo movimiento, inevitablemente, es promocionado por una minoría, empujado por la voluntad de los más conscientes. Pero eso no implica tampoco que debamos los demás agradecérselo porque es su responsabilidad hacerlo. Nuestra presencia en la manifestación es ya muestra de nuestro reconocimiento hacia su labor. Lo que debe primar, al final del acto, es el reconocimiento colectivo de que los allí presentes somos conscientes y responsables de lo que pensamos, decimos y hacemos y no mera comparsa. No sólo hay que luchar contra la contaminación de nuestros pulmones, también hay que descontaminar las cabezas de tanto seguidismo, tanta pasividad y de tanto conformismo. Las formas también son importantes. Y detrás de los objetivos concretos de una convocatoria, debe estar siempre presente el objetivo de educar a la gente en la responsabilidad, en el sentido crítico.

Por favor, convocantes, no nos deis más las gracias por cumplir con lo que nos parece justo y razonable. Exigid nuestro compromiso, enseñadnos a reconocer nuestra responsabilidad.